domingo, 11 de julio de 2010

El compromiso del villano

Tal vez, el número uno de la historia del tenis argentino teniendo en cuenta la cuestión responsabilidad a la hora de representar a su país. Es un líder y, por el hecho de cumplir dicho papel y por su manera de ser, difícil de manejar como todo talentoso, supo ser el punto de críticas y verse involucrado en situaciones conflictivas, además de ser señalado como un jugador con poco compromiso para defender la celeste y blanca. Como en Málaga 2003, serie donde el cordobés no se presentó a jugar. En Bratislava también fue, por algunos, señalado como una persona conflictiva por su pase de factura a Guillermo Coria, y además en algunas ocasiones no fue bien visto por sus injerencias en las decisiones de los capitanes. En Mar del Plata Argentina perdió frente a España por 3-1 dejando pasar la chance más clara que tuvo para alzarse con la tan ansiada ensaladera de plata, que tan esquiva ha sido para el tenis argentino y, las críticas más fuerte, no podían caer en otra persona que no sea él. Lejos de decepcionarse, nuevamente puso todo de sí para poder alcanzar el sueño. Y de a poco la ilusión se acrecienta. Porque David juega entre algodones, como frente a Suecia, habiendo estado inactivo por tres meses, como contra Rusia, y da exhibiciones de tenis, acabando con las ilusiones de sus rivales. Sigue sumando triunfos heroicos que perdurarán en el tiempo. Derrotó a el número seis del mundo, Nicolay Davydenko, y al 14, Mihail Youznhy, posibilitando el pasaje del equipo argentino de Copa Davis a las semifinales. Pero Nalbandián, hace rato, nos tiene acostumbrado a los batacazos. En el césped de Sydney desdibujó a un especialista -y por entonces N°2- como Lleyton Hewitt. En Bratislava ´05 batió a un Hrbaty que había ganado ocho de sus últimos 10 singles en la Davis, en 2006 ganó cinco de sus seis singles -incluidos los dos de la final, en Moscú, ante Davydenko y Safin- y en 2008 ganó la serie de cuartos ante Suecia con un agónico triunfo entre lágrimas ante Soderling -allí se agravó la lesión en su cadera y debió operarse-. Si los triunfos mencionados generan admiración, ni hablar lo que logró en esta temporada. Arribó a Estocolmo sin estar al 100 por 100 por un desgarro en un isquiotibial. Jerarquizó el dobles haciendo dupla con Horacio Zeballos. Ganó con Cebolla y, como si fuera poco, con muchas molestias físicas pero con un gran amor propio derrotó en el quinto punto a Vinciguerra para caratular la serie frente a Suecia como un batacazo.
Seguramente, no fue y no es de la simpatía de todos. Pero, sin lugar a dudas, a la hora del compromiso en la Copa Davis él es el primero en decir presente. Algo que muy pocos jugadores de elite lo hacen. Federer, Nadal, ejemplos de tenistas de gran jerarquía que siempre han priorizaron su calendario antes que la Davis. Por este motivo, lo de Nalbandián es muy valorable, se distingue de los demás, y sigue gratificando a su país. El rey David va por su sueño y el del todo tenis argentino: ver el nombre de Argentina grabado en el trofeo que, hace 110 años, creó Dwight Filley Davis.

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